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[Historias espeluznantes] Polaroid
11/10/2023 20:46 (UTC-3)
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Última modificación : 11/10/2023 21:20 (UTC-3)
# 1

La patineta no alcanzaba más velocidad, estaba exhausta pero tendría que empezar a correr en breve de nuevo cuando se le gastase el combustible.
Fue terminar de pensarlo y tropezarse, agarró la patineta y siguió corriendo, casi la estaban alcanzando, pero no podía permitirse el lujo de que le diesen un solo golpe, o estaría muerta.

Quién demonios le diría que era tan peligroso ser fotógrafa artística por horas.
Encontró una cueva y se escondió dentro. Parecía que les había perdido el rastro.
La cueva era magnífica, con tonos azulados, y se adentro a investigar para sacar alguna foto de la zona.
Dicha cueva terminaba en un altar extraño que rezaba a una diosa que jamás había visto, todo iluminado en tonos azulados, rematado con flores cavernosas. No pudo evitarlo, y sacó una foto.

—Quién osa intentar robar mi alma.—Se escuchó en el eco retumbante
—Yo solo saqué una foto, ya me voy, perdón…—
—Quién osa robar mi alma.— Se escucha esta vez más cerca de nuestra pequeña protagonista, la cuál, empieza a correr asustada hacía la entrada.
Hoy no me puede pasar nada normal parece, piensa sin aliento.

Al salir ve un paisaje magnífico con la luz del atardecer, y decide sacar una foto, pero descubre que en dicha polaroid, aparece una sombra, saca varias fotos más y en todas aparece la mancha, cada vez más cerca. Vaya, tenía que estropearse la cámara hoy, con lo lejos que estoy de una ciudad.
Se apeó en su caballo y se dirigió al establo más cercano, se encontró con un viejo amigo, llamado Jetina, y le dijo si le cambiaba la cámara por otra con un cupón que tenía, pero a este se le pusieron los ojos de color azul brillante.

—Maldita… ¡Estás maldita!— E intentó pegarle con un arma de jefe que supuestamente le estaba guardando a ella.
Nuestra Shai no entendía nada, pero sabía que ese no era el comportamiento normal de su amigo, así que decidió no hacerle daño y volver a huir. Estaba harta de ese día, así que se fue a su casa a dormir.
Al llegar dejó sus pertenencias en el piso de abajo y subió a tomarse un té mientras escuchaba “NoticiarioBDO24h”

Se quedó dormida entre los cojines del suelo, pero al poco tiempo comenzó a hacer mucho frío en la habitación y se despertó, no veía nada, aunque ella juraría haber dejado encendidas las velas.
Tanteo para encender la más cercana y casi se quema.
—¡Estoy ciega!—Exclamó pero no oyó su propia voz.
Aterrorizada dio vueltas sobre sí misma tropezando con todo el mobiliario de la estancia, seguía sin oir como las cosas caían al piso, o como exclamaba de dolor cada vez que se daba en los dedos del pie.
El sentido del tacto si lo tengo entonces, pensó, pero tampoco huelo a nada, debería oler las velas, o la panadería de debajo de mi casa que está abierta por la noche haciendo pan, seguía pensando frenética.
Llegó al balcón y antes de darse cuenta se estaba cayendo al vacío. Se despertó, era un sueño. Sudando, se levantó para irse a la cama cuando se percató que tenía la cámara en el regazo, aunque jugaría que la había dejado en el piso de abajo.
Se tumbó en la cama con el estómago revuelto y abrazó la almohada.
Justo llamaron a la puerta, al abrir era un ser azul, al que solo se le veía la columna vertebral, donde alguien había osado grabar runas mágicas, el resto del cuerpo lo cubría una túnica raída negra, y tenía una guadaña en la mano. Para nuestra protagonista, nadie podría parecerse más a la muerte que aquella presencia, a la cuál le cerró la puerta en los morros si los tuviera.

El ser atravesó la puerta, y desapareció dentro de la casa.
Empezaron a sonar los relojes, como si fueran las doce en punto, las paredes cambiaron a un tono azulado, todo con moho y setas rocosas, las cortinas se convirtieron en flores cavernosas, el suelo en roca y la alfombra en musgo. Seguía teniendo forma de casa, pero claramente le pertenecía a otra persona.
Entonces empezó el peor sonido que jamás había escuchado jamás la Shai. Un conjunto de lamentos agudos que venían de dentro de las paredes y que se mezclaban con el gruñido de uñas al arañar piedra.
—Para por favor, para, lo siento. Haré lo que sea, pero para—Por supuesto, nada paró, siguió atormentándola.
Intentó salir de la casa pero estaba cerrada la puerta. Entonces fue al balcón y miró hacía abajo, no lo recordaba tan alto. Ella vivía en una casa de dos plantas y el balcón estaba en la primera. ¿Por qué parecía entonces que estaba en un rascacielos? Suspiró.
Estaba agotada, se volvió y plantó cara a lo que se viniese por delante, o eso intentaría.
Pero al alzar la vista estaba el ser que había entrado en su casa, y le cortó la cabeza.
Se volvió a despertar.
Esas pesadillas no eran normales, eran demasiado reales. Volvía a tener la cámara abrazada.
Se levantó de un salto, preparó al caballo y salió al galope hacía la cueva donde había ocurrido el extraño suceso de los ecos.
Al entrar, cogió aire, y se armó de valor.
—¿Que hago para devolverte el alma?
—Rompe tu cámara— Respondió la voz pero no provenía del eco, sino de su nuca, se giró pero no había nadie. Muerta de miedo, rompió la cámara en mil trozos contra las rocas.
—Eso no será suficiente pago por molestar mi descanso, enana—
Se había estado temiendo esa respuesta desde que salió de la casa, pero no quería pensar en ella.
—¿Qué quieres de pago?— Tartamudeo del miedo la Shai.
—Tu vida, Shai, es poco pago para una Diosa como yo, pero no parece que tengas más—
—Si me dejas con vida, te entregaré cada semana las fotos de los sitios que he visitado, y así podrás ver el mundo sin salir de tu cueva.—
—Tengo una idea mejor.—

Se volvió a despertar.
Estaba sentada en una silla de aire, podía ver pero no moverse, ni hablar, no podía hacer nada.
Pero ella estaba haciendo cosas, lo veía como detrás de una pantalla. Entonces lo entendió. La Diosa se había quedado su cuerpo.

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